enterrada en el fondo de nuestros miedos,
en la búsqueda de nuestras libertades
disfrazadas de madurez.
Los deseos de vivir se fugaron
y vuelven con los recuerdos
pero sin respuestas sobre cómo seguir,
perdidas en un huracán de opiniones
infundadas o bien-intencionadas.
Esa búsqueda termino
reemplazada por los deseos de paz,
pactar una tregua conmigo misma
con mi guerra interna que no tiene principio ni fin,
mia y solo mia.
Cierro los ojos y el dolor de cabeza no deja pensar
de mente, cuerpo y tal vez alma.
El blanco predomina,
la nada continua.
Vas a ser grande dijeron.
Ya ya, no te quemes más la cabeza querida,
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