Y entonces lo entendió todo, no estaba destinado a ser. Falsas esperanzas, sueños vacíos, ilusiones sin sentido. En eso se basaba su vida últimamente, y en un segundo todos esos sueños, todos esos delirios que la acompañaban, se desmoronaron. Porque así de simple y rápido una persona podía derribarla por completo, desarmarla de pies a cabeza. Aunque nunca se trató de cualquier sujeto.
Aún así, eso ya no importaba, pensaba una y otra vez mientras las lágrimas fluían reiteradamente por su rostro, todo lo que alguna vez se imaginó no eran más que utopías, fantasías que quedaban siempre en el vacío. Nuevamente ella debía afrontar las consecuencias. Ahora era ella la que debía, la que tenía que continuar con todo su mundo caído, hundido, derrumbado. ¿Cuántas veces más podían desmantelarselo? ¿Cuál es el límite máximo antes de que todo termine empeorando más? “Estaré bien”, en algún momento ya no servirá más de consuelo, en algún momento esas palabras se quebrarán e incluso carecerán de sentido.
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