Miro mi reflejo en el espejo y un abismo me separa.
Ella me observa desde el otro lado, plagiando todo lo que observa. No hay nada que nos diferencie, sin embargo, no somos en nada parecidas.
Un impulso me domina. ¿Qué es lo que se encuentra al otro lado? Siento ganas de estirar mi brazo y atravesar su superficie como si de agua se tratase. Pero aún así, no me es posible mover un músculo. Me encuentro petrificada en mi lugar, hipnotizada por su mirada ¿O será mi mirada? No lo sé, no le encuentro parecido.
Intriga y horror se mezclan, confunden y consiguen entorpecerme.
Quisiera conocer aquel extraño e infinito mundo. Una delgada superficie nos separa, sin embargo nunca me sentí tan lejana.
Mi aliento empaña el cristal, aquel inquietante vidrio que amenaza desde las sombras de un sueño distante y borroso.
Mis dedos sienten su contacto frío y no puedo evitar sentir una ligera decepción al comprobar que la barrera que nos separa es más que una ilusión vaga que divide dos universos paralelos.
A este sentimiento rápidamente se une la piedad. Piedad por su amarga soledad, por su destierro en aquel mundo del revés.
Pero… ¿no será tal vez que nosotros seamos los desterrados? ¿No será el nuestro, el mundo paralelo? ¿No seremos nosotros, los del otro lado?
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