Tragos de luz y un grito de ternura
irrumpen la armonía,
silencio que habita en el espacio,
cortando la negrura.
Tus ojos sin filtro inspeccionan
no juzgan como todos,
a tu mirada soy pura.
Levitando en la inmensidad
el tiempo de una vida,
nunca suficiente para sosegar el alma,
hundidos en nuestra complicidad
no es el uno sin el otro,
respiro hondo con tranquilidad,
sintiéndome tuya.
Enroscándonos en sábanas,
confundiendo manos y pies.
Enzarzándonos en ramas y follaje,
equivocando orejas.
Tiñendo reflejos turbios en el ventanal
sobre la profundidad de la espesura,
testigo mudo contra el cristal.
Viviendo.
Respirándonos, aire puro y libre.
Conquistando.
Enredándonos, así.