Se sienta tranquilamente en el suelo a comenzar su rutina. Se pone los zapatos de danza, atándolos con paciencia y tranquilidad. Sólo se escucha el ruido de los lazos al cruzarse. Se para y comienza a bailar, no tiene idea de qué es lo que va a hacer realmente, pero no importa, cada movimiento sale del corazón. Ruidos lejanos se escuchan, pero no importa ella esta en su mundo. Se enfoca el ambiente, el salón, y los ruidos del gentío desbordan, aturdiendo. Se desenfoca el salón, sólo queda su figura danzante a los ojos del espectador e instantáneamente los ruidos cesan, interrumpidos por una hermosa música inexistente. Se trata de arte, belleza, armonía. Nadie parece entenderlo ni escucharlo, pero se encuentra todo en su cabeza. Imágenes interrumpen la escena. Aparecen artistas pintando murales, músicos de rock en un escenario, una filarmónica, artistas callejeros profanando las calles. Sin embargo, repentinamente tropieza, y todo se detiene. Ríe y vuelve a tomar posición. La danza vuelve a comenzar.
viernes, 27 de mayo de 2011
Revolution
Pisadas
apresuradas resuenan en las calles vacías de la ciudad. Ni un solo alma desfila
por las calles, el temor invade los hogares, el peligro acecha cada esquina.
Pero ¿a quién temer? ¿Quién es el enemigo? Las sirenas de la policía
interrumpen el silencio sepulcral. El sonido de las alarmas de la ciudad hacen
eco en los callejones.
Trata de
controlar la respiración agitada mientras siente arder los pulmones. Las
piernas le piden un respiro. El peso de los aerosoles en la mochila no ayudan
en la escapada.
Dobla un esquina y se detiene, sintiendo el agitado vaivén del pecho al compás de su respiración. Siente la adrenalina y no lo resiste. Aprovecha el descanso para destapar el negro. Con agilidad y sin dudar escribe rápidamente un mensaje revolucionario, deseando y esperando que quede inmortalizado en el ladrillo el mayor tiempo posible, el suficiente para que llegue a ser realmente comprendido, y por supuesto no se olvida firmar el apreciado “Let it be” a un costado.
Dobla un esquina y se detiene, sintiendo el agitado vaivén del pecho al compás de su respiración. Siente la adrenalina y no lo resiste. Aprovecha el descanso para destapar el negro. Con agilidad y sin dudar escribe rápidamente un mensaje revolucionario, deseando y esperando que quede inmortalizado en el ladrillo el mayor tiempo posible, el suficiente para que llegue a ser realmente comprendido, y por supuesto no se olvida firmar el apreciado “Let it be” a un costado.
Sonríe al
observar el resultado. Las sirenas comienzan a sonar cada vez más cerca. Su
sonrisa se ensancha y la persecución vuelve a comenzar.
Fuckin perfect.
Todo estaba en su sitio, perfectamente controlado, Sonrió. Los usuales hoyuelos aparecieron en el mismo lugar de siempre, cosa que, obviamente, no le causó sorpresa. Pómulos suave, delicados, dan la impresión del terciopelo, aunque su dureza y firmeza recuerda la fría porcelana. Reparó en esta última observación contradictoria que no había notado antes. Su sonrisa se desvaneció fugazmente. “Desvaríos”, pensó, y todo volvió a su lugar. La perfección quedó nuevamente intacta. “Perfección” remarcó, y su sonrisa se ensanchó.
Su mente
comenzó a divagar y a desenterrar viejos recuerdos. El trabajo duro, la
felicidad, el esfuerzo, la ilusión… la inocencia, los interminables días… años,
las peleas incoherentes, el silencio, la decepción, el rencor… sacudió la
cabeza, sobresaltada al encontrarse desprevenida ante tan fuertes emociones. Un
dolor punzante comenzó a hacerse notar en su mano izquierda. La sangre comenzó
a escurrir, sensación vieja más que conocida, mas no olvidada. “Idiota” El
golpeteó de las gotas produjeron un fuerte déjà vu.
Contuvo
el aire, aterrada. Pero la experiencia logró vencer y no se dejó llevar. Se
limpió con la toalla cuidadosamente doblada en aquel estante cercano al lavabo.
Levantó la mirada nuevamente a su reflejo mas no lo reconoció. Ahogó un grito
con la mano herida, pero su copia no la siguió. Pestañeó, atónita. Todo volvió
a la normalidad. Todo estaba nuevamente perfecto. Contempló la profunda
lastimadura, la toalla manchada, el desorden, el descontrol. Un fuerte mareo inundó
su mente y cuerpo. “No, no puedo perder. Hay demasiado en juego” Respiró hondo
y levantó la vista, decidida y confiada en encontrar determinación marcada en
cada rasgo de su rostro. Al contrario, la visión que observó luego la paralizó.
Del otro lado una mirada fría y calculadora la contemplaba con diversión. La
pureza de sus ojos amarronados y blancos habían sido reemplazados por rojo y un
profundo negro. Su sonrisa de lado helaba la sangre al mismo tiempo que le
hacía sentir los rápidos latidos de su corazón retumbando en sus tímpanos. “No
de nuevo, es mi turno” dijo reuniendo fuerzas desconocidas. “Todo debe estar
controlado, las cosas no pueden salir de su lugar si se mantiene la disciplina.
Nunca más voy a dejarme vencer otra vez, soy perfecta y haré lo que sea para
seguir siéndolo. Seré lo que sea necesario, no importa el costo”. Pero no
obtuvo la reacción que buscaba con esta declaración. Su reflejo no hizo más que
empezar a reír. Una cruel risa llenó la habitación retumbando en cada rincón.
El sonido rebotaba en las paredes y volvía para aturdir su mente. Podía sentir
las ondas golpear contra su cuerpo y hacerlo temblar como si se tratara de una
frágil y débil pluma. De pronto un dolor insoportable le cortó la respiración.
Le dolían las costillas, como si alguien estuviera presionando. Sus piernas se
doblegaron al dolor e involuntariamente terminó arrodillada en el suelo. SU
garganta comenzó a arder, como si un fuego abrasador estuviera intentando
escapar por su garganta. Intentó gritar pero no encontró su voz. Llevó ambas
manos al cuello pero se detuvo a mitad de camino al observar su piel negra y
chamuscada, comenzando por la punta de sus dedos y extendiéndose rápidamente al
resto del cuerpo.
Estaba
volviendo, se estaba apoderando de ella y arruinaría todo, una vez más. Siempre
había sido alto el precio y lo supo desde un principio, pero nunca importó. La
perfección es difícil, imposible de alcanzar, inhumano, pero estaba dispuesta a
lo que sea para conseguirla. Siempre lo estuvo.
Enfurecida
y con las pocas fuerzas restantes se paró y sin importar las consecuencias,
golpeó con sus puños el dichoso espejo escuchando el fuerte impacto con los
ojos cerrados y sintiendo los miles de trozos cortar su piel. Sin embargo, al
abrirlos pudo contemplar que la silueta de su reflejo había sido la única parte
del espejo que estaba intacta. Su copia la miraba todavía desde el otro lado,
observándola con una furia nunca antes vista. Jamás podría borrar esa imagen de
su memoria. Una horrible sensación inundó su cuerpo. Sabiendo que no serviría
de nada, tomó un trozo de vidrio y descargando toda su ira lo arrojó contra
ella. Para su sorpresa el espejo comenzó a resquebrajarse lentamente y con un
último crujido se despedazó en una lluvia de cristales. Sonrió, incrédula. Los
dolores desaparecieron. Su garganta volvió a la normalidad. Pestañeó sin poder
creer lo que sucedía. De repente, el enorme espejo se encontraba allí, sin
ninguna herida, majestuoso como siempre, como si todo hubiera sido una
pesadilla lejana. Todo estaba en perfecto estado otra vez. Suspiró aliviada.
Hizo una mueca de dolor al suspirar. Llevó la mano al abdomen y sintió la ropa
húmeda. Bajó la mirada asustada y comprobó que estaba sangrando. De repente
sintió el contacto de algo frío en su panza. Tomó la punta y con dolor comenzó
a tirar de ella. Finalmente sacó el pedazo de espejo de adentro. Un ojo
conocido la miraba desde el.
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