Wake up in the morning, stumble on my life
Can't get no love
without sacrifice
If anything should happen, I guess I wish you
well
A little bit of heaven, but a little bit of hell
This is the hardest story that I've ever told
No hope, or love,or glory
Happy endings gone forever more
I feel as if I'm wastin'
And I'm wastin' everyday
This is the way you left me,
I'm not pretending.
No hope, no love, no glory, no happy ending. This is the way that we love, like it's forever. Then live the rest of our life, but not together.
sábado, 5 de junio de 2010
Maldición .
Calma, paz, tranquilidad, sentimientos que sólo podía buscar en un solo lugar: la playa. Observar el vaivén de las a veces azules olas, escuchar los sonidos de la costa, las gaviotas, el viento, el romper de dichas olas, todo eso le trasmitía lo que más necesitaba en esos momentos: serenidad, quietud.
Cerró los ojos y disfrutó las sensaciones plácidas que todo esto le producía. Escuchó resonar su nombre en la lejanía. Debía estar imaginándolo seguramente. Sin embargo, la voz dejó de ser un eco, esta vez sonó cercana y fuerte, pero lo que más le sorprendió fue que esta vez logró identificarla. Ahora si, definitivamente lo estaba soñando. Agudizó el oído esperando oír nuevamente su nombre y, efectivamente, éste no tardó en repetirse, ahora más enérgico, más sonoro y tan cercano que casi le rompe el tímpano. Sobresaltada descubrió que el dueño de la voz había saltado repentinamente frente suyo y le sonreía felizmente. Esa sonrisa, esa enorme sonrisa le hizo entender que todos esos sentimientos que había intentado guardar y enterrar en lo más profundo de su ser para nunca volver a ser encontrados, habían salido a flote como sí hubieran estado ahí todo el tiempo, esperando el momento oportuno en que él vendría y los liberaría. Maldijo su suerte para sus adentros una y otra vez, y ya sea de paso, también lo maldijo a él y a esa estúpida y hermosa sonrisa que poseía. Toda la relajación y la despreocupación que había conseguido hasta el momento, se estrellaron contra la escollera junto con las furiosas olas.
Trató de sonar despreocupada al saludarlo, aunque no hizo falta disimular su sorpresa. Qué ocurrencia que la vez que había decidido tomarse un sólo “día sabático” e ir a despreocuparse en la playa, él decide salir de su casa y dar una caminata por la costa. Nuevamente maldijo mentalmente las maravillosas casualidades de la vida. No podía esperar el momento de despedirse e irse cada uno por su lado, pero al mismo tiempo, deseaba quedarse el mayor tiempo posible con él ¿Por qué? Porque le hacía bien, feliz ¿Realmente lo hacía? Esa era una pregunta que todavía no había podido contestar y estaba segura de que no iba a poder encontrar la respuesta.
Una mirada, y todas las barreras que ella misma había impuesto se derrumbaban, como si fuera un muro hecho de pluma y ante el menor soplo se desmoronaran. Y es que con cada soplo suyo una parte de ella se hundía, así de simple podía costar abatirla. Maldijo para sí lo increíblemente débil que podía resultar.
El encuentro se alargó más de lo esperado y la noche llegó sin aviso. Cuando quiso darse cuenta ya se habían despedido y lo observaba alejarse sin mirar atrás. Todo su día planeado se había esfumado apenas escuchó en un principio el eco de su nombre en aquella ahora maldita playa. Entendió una vez más que por más que maldijera la vida, el destino, la suerte, era ella la que se encontraba atrapada en su propia maldición. Era ella la que no lograba escapar de su perdición. Su fin se encontraba personificado en una gran y blanca sonrisa.
Cerró los ojos y disfrutó las sensaciones plácidas que todo esto le producía. Escuchó resonar su nombre en la lejanía. Debía estar imaginándolo seguramente. Sin embargo, la voz dejó de ser un eco, esta vez sonó cercana y fuerte, pero lo que más le sorprendió fue que esta vez logró identificarla. Ahora si, definitivamente lo estaba soñando. Agudizó el oído esperando oír nuevamente su nombre y, efectivamente, éste no tardó en repetirse, ahora más enérgico, más sonoro y tan cercano que casi le rompe el tímpano. Sobresaltada descubrió que el dueño de la voz había saltado repentinamente frente suyo y le sonreía felizmente. Esa sonrisa, esa enorme sonrisa le hizo entender que todos esos sentimientos que había intentado guardar y enterrar en lo más profundo de su ser para nunca volver a ser encontrados, habían salido a flote como sí hubieran estado ahí todo el tiempo, esperando el momento oportuno en que él vendría y los liberaría. Maldijo su suerte para sus adentros una y otra vez, y ya sea de paso, también lo maldijo a él y a esa estúpida y hermosa sonrisa que poseía. Toda la relajación y la despreocupación que había conseguido hasta el momento, se estrellaron contra la escollera junto con las furiosas olas.
Trató de sonar despreocupada al saludarlo, aunque no hizo falta disimular su sorpresa. Qué ocurrencia que la vez que había decidido tomarse un sólo “día sabático” e ir a despreocuparse en la playa, él decide salir de su casa y dar una caminata por la costa. Nuevamente maldijo mentalmente las maravillosas casualidades de la vida. No podía esperar el momento de despedirse e irse cada uno por su lado, pero al mismo tiempo, deseaba quedarse el mayor tiempo posible con él ¿Por qué? Porque le hacía bien, feliz ¿Realmente lo hacía? Esa era una pregunta que todavía no había podido contestar y estaba segura de que no iba a poder encontrar la respuesta.
Una mirada, y todas las barreras que ella misma había impuesto se derrumbaban, como si fuera un muro hecho de pluma y ante el menor soplo se desmoronaran. Y es que con cada soplo suyo una parte de ella se hundía, así de simple podía costar abatirla. Maldijo para sí lo increíblemente débil que podía resultar.
El encuentro se alargó más de lo esperado y la noche llegó sin aviso. Cuando quiso darse cuenta ya se habían despedido y lo observaba alejarse sin mirar atrás. Todo su día planeado se había esfumado apenas escuchó en un principio el eco de su nombre en aquella ahora maldita playa. Entendió una vez más que por más que maldijera la vida, el destino, la suerte, era ella la que se encontraba atrapada en su propia maldición. Era ella la que no lograba escapar de su perdición. Su fin se encontraba personificado en una gran y blanca sonrisa.
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